jueves, 27 de marzo de 2008

UN MUNDO NUEVO POR DESCUBRIR

Lo conocí en un sauna, uno que ya no existe, quedaba en Lince y fui a éste atraído por un aviso en el periódico. Ya había ido varias veces, me gustaba porque era nuevo y la atención era bastante personalizada. Casi siempre iba los miércoles, pero aquella vez fui un jueves, y entonces me encontré a gente diferente, nuevas caras, nuevos cuerpos semidesnudos que admirar ¿por qué los gays nos tapamos tanto? ¿será que en el fondo queremos provocarnos? imagino que sí, y ese sauna no era la excepción, todos caminamos cubriéndonos lo más que podíamos a pesar de las diminutas toallas, pero una vez dentro de alguna cámara (de vapor o seca) y si en ella había “alguien interesante” pues; fuera toalla, por supuesto siempre con nuestra dosis de sutileza característica “prohibido el cruce de piernas, eso sólo está bien para el té de tías”, me dijo una vez un parroquiano.
Esa tarde, estaba completamente distraído, como dije, habían nuevos cuerpos que admirar, pero sobretodo uno me llamó la atención, a pesar de ser delgado tenía un torso marcado y buenas piernas, media alrededor del metro setenta y cinco; era guapo (para que negarlo), de nariz recta, ojos grandes, cabellos ensortijados y la mejor de las sonrisas, que cuando la vi no estaba dirigida a mí sino a uno de los masajistas (que dicho sea de paso, ¡no estaba nada mal!).
Siempre fui muy metódico en mis cosas, y el sauna no escapaba de mis reglas vitales, lo primero que hacía al llegar era entrar a la cámara seca, había gente, así que me acomodé en una esquina y colocándome las manos en la cabeza cerré los ojos, una luz azulada iluminaba el lugar muy tenuemente. De pronto se abrió la puerta y entró el guapo que había visto conversar con el masajista, lo miré directamente a los ojos y él hizo lo mismo, luego se sentó exactamente frente a mí. Lo perseguí con la mirada hasta el momento en que se sentó esperanzado en que al hacerlo “me ganara” visualmente con lo oculto debajo de la toalla; pero no fue así, por el contrario me percaté que el que se estaba ganando era él, pues al mirarlo nuevamente su vista ya no estaba en mis ojos sino bajo mi cintura, luego subió la mirada y se encontró con la mía, siendo mi pago por lo mostrado la más increíble de las sonrisas que había visto hasta ese momento, la cual fue correspondida.
De un momento a otro las otras personas que estaban con nosotros se retiraron del lugar, dejándonos al guapo y a mí a solas, pasaron varios minutos sin ningún movimiento hasta que de pronto lo vi levantarse de su lugar y acercándose a mí con la mano extendida me dijo su nombre a manera de saludo, Pierre, definitivamente su nombre hacía juego con su personalidad y figura. Así empezamos a conversar haciéndome la clásica pregunta ¿vienes siempre a este lugar? “para nada ¿y tu?”, mentimos los dos (¡siempre se miente al dar esa respuesta!); pero después de indagarnos mutuamente empezamos a hablarnos como si nos conociéramos de siempre, y eso nos gustó, hasta que estando el uno al lado del otro y mirándome a los ojos me besó en la boca tomándome por sorpresa. “Perdón, no pude evitarlo, me gustas mucho” fue lo que me dijo. El calor del lugar ya se hacía notar, las gotas de sudor que caían de mi frente ya no eran sólo producto de la cámara seca, en mi mente lo único que resonaba era que yo le gustaba, y eso me dio aliento para hacer lo que había deseado desde que lo había visto coquetear con el masajista. Y fue entonces que esa tarde, y después parte de la noche que estuvimos allí Pierre y yo hicimos de todo. ¿Estaba bien aquello? ¿podría darme el lujo de desperdiciar ese momento? ¿tendría una nueva oportunidad para estar con el pata más guapo del sauna? y muchas preguntas más rondaban por mi cabeza al paso de los besos y caricias. De la cámara seca pasamos a la de vapor y allí fue ¿peor?, las toallas que apenas nos cubrían cayeron al piso totalmente mojadas, mostrándonos totalmente desnudos por primera vez. Obviamente, quienes entraban al lugar y se percataban de nuestros juegos eróticos se salían disimuladamente pero otros se quedaban observando, hasta que el pudor pudo más con nosotros y nos retiramos a un lugar privado. De ello solo puedo contar que después de responderme gran parte de mis propios cuestionamientos decidí finalmente “comerme la cerecita del pastel”.
Luego de aquello, salimos juntos del lugar, eran más de las diez de la noche, intercambiamos correos electrónicos y nos despedimos, dirigiéndonos en sentidos completamente opuestos. Yo guardé el papelito que me dio pensando que nunca más lo volvería a ver, me equivoqué.
Correos van y correos vienen y en el camino, nos hicimos pareja, decisión que hasta hoy no sé si fue la correcta; más que nada porque al paso del tiempo nos dimos cuenta ¡cuán diferentes éramos! y no sólo en pensamientos; sino en gustos y sobretodo, y aunque suene mal decirlo, en posición económica. A lo mejor sabernos diferentes en pensamiento, nos hizo ser más tolerantes el uno con el otro, nunca hubo una pelea por ello, pero si muchas veces tuve que ceder para no llegar a ese extremo. Lo segundo, tener gustos diferentes fue sin duda un gran problema, a mi me gustaba ir al cine o a cenar y a él (que odiaba el cine) ir a un bar a chelear, ¡qué difícil se me hizo acostumbrarme a tomar cerveza! pero por él, aprendí, así como que por él conocí los huecos más increíbles de Lima donde se podía beber las 24 horas del día, lugares a los que nunca habría llegado solo (y aunque si lo hubiese hecho, nunca entrado ni con mis amigos) lugares a los que nunca volví. Tampoco coincidíamos en gustos musicales, yo con las baladas en inglés o español, el pop y el rock, en cambio a Pierre le gustaba todo lo tropical, la música criolla, los boleros y toda la música de cantina, es que había crecido entre bohemios, me contó que su familia era de las que hacía fiestas que terminaban en guitarra y cajón, las veces que prendíamos la radio era siempre para escuchar lo que a él le gustaba, nuevamente había cedido para no pelear, pero eso sí, definitivamente su tipo de música nunca caló en mí (perdón; pero la odio!).
Y de hecho, haber sido educados de diferente manera, tener un entorno familiar y social diferente, no nos hace menos, pero tampoco nos ayudó al entendimiento de muchas cosas, tanto él como yo sufrimos por ello, yo no llegué a acostumbrarme a sus costumbres ni a su vida, él tampoco a la mía, cada cual jaló lo más que pudo al otro hacia su lado; pero fue en vano; tampoco hubo demasiado tiempo para llegar a hacerlo con fuerza, nuestra relación duró lo que tenía que durar. ¿Son las relaciones de pareja sólo de dos personas? si respondiste que sí; ¡qué gran mentira!; es sumamente importante tener en cuenta a la familia y a los amigos. (Única excepción, ser ambos huérfanos de padres y vivir en una isla solitaria)
En los casi dos meses que estuvimos juntos sería injusto decir que todo fue malo; su casi desmedida independencia era lo que más me llamaba la atención, él no se hacía problemas para llegar a su casa a la hora que se le pegaba la gana, en cambio yo, vivía pendiente del reloj. Una noche me llevó al departamento de su mejor amigo gay, y qué grata sorpresa me llevé cuando al ingresar a él me percaté de que se trataba del departamento de una pareja gay, algo que nunca había vivido, y que en mi mundo tan pequeño sólo pensé que existía fuera del país, qué tonto yo al pensar eso, esa noche mi perspectiva creció enormemente, salí de un mundo casi único y completamente irreal para ingresar de plano en el de la vida futura que quería para mí, crear mi propio espacio, vivir al lado de mi pareja, tener un hogar propio después de todo.
No puedo negar que hubo momentos muy gratos que siempre quedarán en mis recuerdos, aprendí de él y gracias a él también hice mejores cimientos para una relación futura. Nuestra ruptura fue a consecuencia de un reproche que le hice, el primero y el último, un reproche que dada nuestras diferentes situaciones económicas sonó mal, porque como se esperaba llegó el momento en que me cansé de ser la billetera de la relación y al parecer eso a él no le gustó, en ese momento no emitió queja alguna, solo me escuchó. Al poco tiempo, y tras días de tratar de comunicarme con él (incluso hasta para pedirle disculpas) recibí un e-mail. Lo abrí emocionado, lo cerré llorando. Mi relación acababa de llegar a su fin.
Lloré mucho, para que negarlo, después de todo Pierre se había convertido en la primera pareja real de mi adultez, aquella con la que había soñado a lo mejor toda mi vida, en la que había depositado mis expectativas de vida; sufrí porque de cierta manera sentí que había fracasado por primera vez y me sentía dolido de haber sido cancelado por él, me hirió en mi orgullo y él lo supo. Sufrí también, porque pensé que nunca más volvería a encontrar a alguien que al verme me “escogiera” entre muchos y porque me sentí solo nuevamente, y la soledad ya no se llevaba conmigo. Pero ese llanto y ese dolor al paso del tiempo me dio fortaleza, me hizo ver los errores cometidos y finalmente me hizo encontrar el camino a la felicidad.
He aquí siete conclusiones a las que llegué después de romper con Pierre y que de hecho me ayudaron a ser lo que ahora soy y tener lo que ahora tengo:
1. Que el amor no discrimina, se presenta simplemente; pero no siempre sale triunfador. (y si lo hace ¡qué viva el amor!)
2. Que una pareja debe ser eso, UNA UNIDAD, no la suma de ambos, la diferencia de gustos, ideas, profesiones, etc. sólo provocará a la larga, peleas que en la mayoría de los casos terminará en rupturas.
3. Que cada uno de nosotros somos perfectos, no necesitamos que nadie nos elija, también podemos elegir.
4. Que terminar una relación no es fracasar; sino evolucionar. La palabra fracaso nunca debe existir en nuestro vocabulario.
5. Que siempre se debe aprender de los errores pensando en el futuro. “Tropezar con la misma piedra” es imperdonable.
6. Que toda historia que llega a su final debe ser a la vez, el inicio de otra nueva y mejor.
7. Que un pastel debe comerse de a pocos, saboreándolo, comerse primero la cereza quita casi siempre el encanto al resto del manjar. (“a buen entendedor...”)
Después de seis meses, y cuando ya estaba iniciando la relación que hoy ya tiene cuatro años, Pierre nuevamente me contactó, me pidió disculpas por la manera de cómo me había tratado y lo más gracioso, me dijo que me amaba y que había sido un tonto al dejarme ir. No saben lo feliz que me puse de saberlo y más aún cuando fui yo quien lo mandó a su casa con el rabo entre las patas. Perdón, soy humano y es que a veces, la venganza puede ser tan dulce!!!
(Escrito por Oberón)

2 comentarios:

anTho dijo...

la dulce venganza!!!! muy buena historia d veras, y por lo q veo se cuesen muxas mas en esos saunas no? un dia d estos tendre q ir xD

Juan Diego dijo...

Siendo sincero, creo firmemente que una relación que se genera a partir de conocerce en un lugar como el sauna no tiene futuro. Nunca he ido a un sauna gay y espero no hacerlo. No obstante, los saunas gays son sitios comunes donde se tejen historis como la que has narrado con estilo y realismo.

Felicitaciones

Juan Diego