sábado, 19 de julio de 2008

ESE MINUTO

Si tuve un día en el que me morí; también lo tuve uno en el que volví a nacer. La felicidad de saberme sano hizo que viera el mundo de distinto modo; un mundo más colorido; una vida para vivirla cada día, muchos proyectos por hacer; pero por sobretodo ser aún más feliz de lo que hasta ese día lo había sido…
Desperté muy temprano; realmente se me quitó el sueño al amanecer; esperé hasta las siete de la mañana y junto con mi pareja salimos en dirección de la clínica donde me sacarían la muestra de sangre; todo el tiempo estuve muy tenso; el miedo me invadía todo; sentí temblar mis piernas al acercarme al lugar; pero la presencia de Umbriel era mi soporte. Fueron tan sólo unos minutos los que duré allí; pero sentía que en ese tubo de prueba en el que yacía mi sangre estaba mi vida; pero no sólo la mía sino también la de mis seres queridos. El resultado estaría para las cuatro de la tarde de ese mismo día.
Umbriel no dejó que me quede solo en casa esa mañana; me pidió que lo acompañara a su trabajo y yo lo hice sabiendo que era lo que quería hacer; no sentirme solo; la soledad sólo me provocaba llorar; él siempre me dijo que no estaba enfermo; que no tenía ningún síntoma de estarlo; yo le quería creer con todas mis fuerzas, me salía el positivismo y le sonreía; pero pasados unos segundos otra vez el miedo; ese que te hiela; ese que te hace ver cuanto tiempo desperdiciado hubo en el pasado; ese que sólo te imagina muerto y alrededor tuyo a tu madre y a tu ser amado llorando juntos. Pero estar con Umbriel fue lo mejor que hice esa mañana; me distraje lo suficiente como para que las horas de la mañana se pasen rápido. A la una de la tarde volvimos a casa; almorzamos juntos y luego él llamó a su otro trabajo para pedir permiso para ausentarse. Ya me había dicho que estaría conmigo en el momento de la entrega de los resultados.
A las dos de la tarde estábamos en mi trabajo; yo no podía ausentarme de el; mis padres no sabían nada de lo que me estaba pasando; de allí hasta las cuatro los segundos se volvieron minutos y los minutos; horas. Ya había llorado lo suficiente cómo para seguir haciéndolo allí; Umbriel estaba conmigo; pero también los demás empleados. A las cuatro en punto partimos nuevamente hacia la clínica.
En el trayecto; mientras manejaba sentía que lloraba nuevamente; pero no había lágrimas en mis ojos; la mano de Umbriel sujetaba de rato en rato la mía; lo sentía allí, sereno; pero en el fondo sabía que él también tenía miedo; estaba sufriendo conmigo.
Subimos juntos las escaleras de la clínica y estando a dos gradas para llegar al piso sentí que me quería desvanecer; por primera vez en mi vida el aire se me hizo denso; no podía respirar bien; me agité, quería llorar y no podía; temblaba. Sólo el grito de Umbriel hizo que reaccionara. Me sobrepuse y seguí camino.
Umbriel fue el que entregó el comprobante; el lo guardó todo el día; la persona que me atendió me miró bien; tomó mi carnet de identidad y entró a sacar el sobre con mis resultados; habían otros pacientes sentados tras nuestro, lo único que quería era salir ya de esa tortura; el técnico no salía y fue cuando le dije a Umbriel “este minuto no se lo deseo ni a mi peor enemigo” y era verdad, fue el peor momento del día; el minuto más largo e interminable. Cuando por fin el hombre que tenía mi vida en sus manos salió, Umbriel respiró; no recuerdo cual de los dos tomó el sobre; seguro que yo; pero fue él quien lo abrió; luego me miró y me dijo; ¿ya vez?... te lo dije!!! y cuando leí el resultado y que decía NEGATIVO; me reí como no lo había hecho en meses; agradecí a Dios; a la vida. Caminamos hacia las escaleras y llegando al lugar donde minutos antes casi me había desmayado Umbriel me abrazó y fue entonces que todas las lágrimas que pensé que ya no tenía salieron a borbotones; pero esta vez eran de felicidad; de esa en la que el llanto se confunde con la risa; lo abrazaba llorando y sabía que había gente allí y no me importaba nada; sólo saberme sano; vivo… pero por sobretodo amado.
Manejando nuevamente hacia mi trabajo; reía y hablé tantas cosas que ya ni recuerdo que dije; pero entre tanto si le pedí a Umbriel que fuéramos juntos a la iglesia a agradecer a Dios al domingo siguiente, él estuvo totalmente de acuerdo. ¿Y saben qué? EL nos llevó justo a la primera iglesia a la que Umbriel y yo entramos juntos; a las Nazarenas. Allí frente al “Señor de los Milagros” no pude más que llorar y agradecer el que estuviera allí nuevamente junto al hombre que más amo en esta vida. Oré porque nos diera todos los años posibles para realizar todos nuestros sueños y por supuesto para que me ayude a cumplir todas mis promesas hechas.
Imagino que a estas alturas de mi crónica ya deben haber imaginado la clase de examen que me hice; pero la presencia de Umbriel todo el tiempo a mi lado también habla por sí mismo de que lo que originó todo nada tuvo que ver con nuestra relación como pareja. Igual y sea cual fuere el motivo; solo pido que nunca vivan ESE MINUTO que yo viví.
(Escrito por Oberón)

sábado, 5 de julio de 2008

ORGULLOSO, DE QUE?

El 28 de junio de todos los años se celebra en casi todo el mundo el “Día del Orgullo Gay”, el ¿por qué de este día? pues porque se conmemora los disturbios de Stonewall en Nueva York de 1969 que buscó que la sociedad mundial no niegue nuestra existencia y que por el contrario nos respete y considere como a cualquier ser humano, lo que sucedió aquel día es cuestión de leer un poco de esta historia; pero lo que quedó es la celebración para mí, más absurda en lo que se refiere a nosotros los Gay; que realmente no necesitamos de ningún día para celebrar el hecho de ser lo que somos; porque en realidad el ser gay no tiene porque ser motivo de orgullo; y no es que me sienta mal de ser lo que soy; por el contrario; si de algo estoy orgulloso es de haber logrado muchas cosas, pero no por ser gay; sino porque soy alguien que quiso superarse desde siempre.
Según el diccionario existen varias definiciones de la palabra ORGULLO:
• Satisfacción personal que se experimenta por algo propio o relativo a uno mismo y que se considera valioso
• Exceso de estimación propia; arrogancia
Entonces; ser Gay ¿nos produce satisfacción personal?, ¿debemos ser arrogantes por ser gay?; creo que las respuestas caen por si solas.
Imagino que no todos deben de estar de acuerdo conmigo; es lo justo y hasta en algunos casos necesaria la presencia de detractores; y como abogado del diablo que la estoy haciendo ahora pregunto: ¿estás tan orgulloso de ser gay que ya se lo haz contado a tus padres, hermanos y demás parientes, incluyendo amigos? ¿tus compañeros de estudio o de trabajo ya saben que eres gay?, si la respuesta es afirmativa, me quito el sombrero; pero si no lo es… ¿por qué esconderte si estás orgulloso de ser gay? tendrás muchas respuestas; pero la principal razón sigue siendo la misma: el miedo al rechazo, al que dirán (¿vergüenza? espero que no).
No digas nunca que te sientes orgulloso de tener una profesión “a pesar” de lo que eres; porque eso no sería muy justo ni para ti como humano ni para tu inteligencia; nadie logra nada por ser gay; sino por ser capaz.
No voy a hablar mal de los que celebran ese día “con orgullo”, después de todo no todos somos iguales, además son los que de alguna manera han vencido una gran barrera y ahora pueden exhibirse sin temor a nada ni a nadie, eso si es motivo de orgullo, y los aplaudo; lo demás es solo parte de un gran carnaval fuera de tiempo que nos hacen ver ante el mundo como NO queremos que nos vean. ¿Así somos? ¿así queremos que nos cataloguen a los Gay?; vergüenza ajena (y también propia) es lo que me hace sentir eso. No diré que NUNCA iré alguna vez a esta celebración; después de todo la información escrita que se puede recoger es valiosa; la tuve en mis manos gracias a un amigo que si fue al corso de este año, el espectáculo que pude ver a través de sus fotos fue bueno; mucho esmero pero… realmente no me hizo sentir orgullo de estar representado por hombres disfrazados de mujeres o semidesnudos. Y esto no solo en el Perú sino en todo el mundo.
El “Día del Orgullo Gay” ya está establecido, eso no lo puedo quitar yo ni nadie; pero lo que si puedo hacer es que este día sea un día de celebración diferente; no como si fuera una fiesta de Halloween ni los Carnavales de Venecia o de Río de Janeiro; este año sin querer nos reunimos nueve amigos, todos gay, todos profesionales, algunos con pareja (como yo), otros simplemente solteros y felices de serlo; algunos más “gay” que otros, pero al final todos juntos alrededor de una mesa riendo y compartiendo, disfrutando y sintiéndonos orgullosos no de ser gay sino de ser amigos verdaderos; pero por sobretodo comprometidos a ser cada día mejores personas.
(Escrito por Oberón)