martes, 11 de marzo de 2008

MI JAULA DORADA

Había nacido para amar y ser amado, y hubo un momento en que lo sentí así, un día cualquiera encontré eso mismo y me enamoré, y la vida tomo otro matiz, los colores opacos que antes existían a mi alrededor se tornaron brillantes, más visibles, más hermosos. Y yo me dije, encontré lo que andaba buscando, y fui feliz.
Me sentí aprisionado a un amor verdadero, sano, puro, y me gustaba esa sensación de pertenencia. De que otra persona fuera dueña de mi vida, de mis pensamientos, de mi corazón. Había creado mi propia jaula dorada, donde permanecía a la espera de ese cariño lindo que recibí, y yo a mi vez desbordaba en amor y lo demostraba en cada canto matutino, era feliz.
Hasta que un día yo mismo abrí la puerta de esta jaula y me escapé, vagué por el mundo exterior buscando aún más felicidad, pero no la encontré, ya la había descubierto antes y no me había dado cuenta cuan grande era, y reaccioné, y volví. Aún la puerta estaba abierta, no había tardado mucho.
Y nuevamente me sentí lleno de vida, de amor, pero en ese transcurso que duró mi volar, ya algo había cambiado allí, ya no se sentía el mismo calor, había una brisa que refrescaba el ambiente, un aire nuevo en la habitación. Pero no importó mucho, la esencia del amor seguía allí, y sobreviví a él.
Hasta que un día también cualquiera, a casi un año de este primero, abriste mi jaula dorada, me tomaste con cariño entre tus manos, pasaste los dedos tiernamente por mi cuerpo, mi cabeza, me diste un beso, el más amoroso que pudiste y me soltaste al mundo, me dejaste volar, y yo, volé.
Agité mis alas lo más que pude, tomé velocidad, pero en un momento dado, miré hacia atrás y vi que dejaba parte de mi vida allí y quise regresar, te canté con el resto de amor que aún me quedaba, triné mis súplicas, sentí que debía hacerlo, que quería hacerlo, pero la jaula ya no se abrió. La puerta tenía nueva cerradura, y en ese instante me di cuenta que esa ya no era mi jaula dorada, la había perdido para siempre, y canté con todo mi amor, te canté que había sido muy feliz en mi jaula dorada, y cuando ya no tuve mas aire para seguir, volé nuevamente hacia el mundo, esperando que en cualquier momento vuelva a ver un par de manos abiertas a mi cuerpo y que éstas me tomen con cariño, con amor y que nuevamente me pongan en otra jaula nueva... y dorada.
(Escrito por Oberón, en 1999)

No hay comentarios: