domingo, 20 de abril de 2008

UNA MAS DE PRIMOS

Casi siempre, nuestros primeros “amantes” suelen ser algún familiar cercano y en la mayoría de los casos, un primo. Bueno, hasta cierto punto es natural (?) porque dependiendo de la edad de nuestra iniciación son nuestros parientes lo que “más a mano tenemos” (¿o nos tienen?). Historias de primos existen muchas, cada quien tiene la suya, y yo no escapo a la regla.
Bernardo es mi primo hermano, siete años mayor que yo, en aquel entonces él contaba con catorce años recién cumplidos, era el típico adolescente surferito, de cabellos rubios, ojos verdes y cuerpo bronceado por tanto ir a la playa, vivía en San Antonio de Miraflores, una de las zonas más pitucas de Lima de aquel entonces. No se parecía físicamente en nada a mí, en realidad no parecíamos primos, pero nuestros padres eran hermanos. Una noche hubo una fiesta en mi casa, era ya muy noche y nos mandaron a dormir a mi cuarto, a mi cama. El no quería hacerlo, fue a regañadientes, a su edad ya estaba motivado por la música de moda, pero por sobretodo por el trago y en las fiestas de mi casa, eso era lo que siempre sobraba. ¡Qué fiestas aquellas!, con música pachanguera, mucho “tabaco y ron”, “los Pakines”, la salsa brava y el infaltable “caballo viejo”, los tíos cómo se divertían!!, yo los veía desde lo alto de las escaleras de mi casa, bailaban como locos haciendo sus piruetas como el famoso “reloj”, recuerdo los pisos encerados y brillosos acabar al día siguiente rayados y sucios, pero así eran esas fiestas. El hecho es que Bernardo fue con su padre (mi tío) a divertirse también, pero se encontró con gente mayor que no quería brindar con él por considerarlo aún un “niño” y eso era lo que más le enojaba, así que decidió hacer su propia fiesta, y asolapado en la cocina de la casa, se robó buena parte de las reservas de vino, de ron y de whisky y cuando mi tío se dio cuenta ya era tarde, Bernardo ya estaba mareado.
Es por eso que lo mandaron a dormir, y de paso yo también fui “castigado”. Así que entrando a mi habitación Bernardo se quitó la ropa renegando, camisa y pantalón cayeron tirados al piso, los zapatos volaron por los aires al igual que las medias, fue entonces que de mala manera me mandó arrimarme y se metió en mi cama. Recuerdo su olor (y también su aliento), esa mezcla de alcohol de los borrachos de cantina, pero también al de su perfume Old Spice. Ni bien puso la cabeza en la almohada se quedó dormido, y yo, niño, pero mañoso, aproveché la oscuridad de la noche para cumplir uno de mis sueños, tocar el cuerpo de mi primo Bernardo, el más guapo de todos mis primos, mi ídolo hasta entonces. Esperé un tiempo, minutos interminables y luego metí mano y toqué todo lo que quise, y por primera vez en mi vida sentí la erección de un adolescente, y me asusté al notar la diferencia de su cuerpo con el mío, pero me gustó. Bernardo despertó pero no me dijo nada, lo que pasó después, que les puedo decir, aprendimos muchas cosas los dos (¡mentira, yo le enseñé más!).
Después de esa noche, nos convertimos en cómplices de muchos encuentros durante varios años, tiempo en el que pude apreciar los cambios que sufre el cuerpo de un púber al de un hombre, el crecimiento de los vellos, tanto púbicos como en el pecho y piernas, la fuerza de los músculos de los brazos y pectorales, la barba nutrida y dolorosa en los besos cuando no estaba afeitada, el grosor de la voz y también los cambios de las costumbres, porque Bernardo ya no era un “niño” de catorce años cuando lo vi de esa manera por última vez, tenía veintiuno y yo para él seguía siendo su primito adolescente de “tan sólo” catorce años, pero bien vividos hasta entonces. Bernardo estudió Hotelería y se fue al Cuzco a trabajar. Está casado, tiene dos hijos que por mala suerte se parecen más a sus madres que a él (sí, madres!!!). Y colorín colorado este otro cuento del primo se ha terminado.
(Escrito por Oberón)

5 comentarios:

Juan Diego dijo...

Con un primito hice de todo. Bueno, aclaro, le hice de todo. Tres años menos que yo, tipo surferito,también,muy, muy, muy rico. Lo hicimos por unos cinco años. Cosas de la vida, él está ahora casado, tiene dos hijitos y no nos vemos.

Me gusta la crónica, querido Oberón. Ágil, divertida y real.

Un abrazo

Juan Diego

Capitan_Luchín dijo...

Yo me kuleaba a mi primo, ke rikooo jajajaja. Felicidades por su blog, ke esta bien paja.

Luchín

Tigreton dijo...

yo no tuve primos.....................:(
pero si hermanastros..:D
jo..
solo asi aprendi
:p
buen relato, saludos

Umbriel y Oberón dijo...

Amigos: Muchas Gracias por los comentarios; nos han hecho reir!!!
Un abrazo muy fuerte!!

Mau dijo...

chocala!!!