martes, 15 de diciembre de 2009

MIRA TÚ, AÚN TENGO JALE!

Quedé con Umbriel en encontrarnos en una esquina para ir juntos a una feria del Libro, yo llegué cinco minutos más temprano de la hora pactada. De pronto mi celular sonó y era mi mejor amiga que animadamente se dispuso a conversar conmigo, generalmente no hago eso de conversar por celular en la calle por temor a que algún avezado delincuente me arranche el aparato; pero en fin, me llamaba ella y no quería desairarla, además Umbriel ya se estaba tardando más de la cuenta.

De pronto, entre lo que daba vueltas por la esquina (hasta me sentía una pretty woman) vi que se acercaba un veinteañero, algo bajo de estatura, con un cuerpo bien puesto pero por sobretodo con una de esas caras de árabe que siempre me han atraído. Lo barrí con los ojos y él se dio cuenta. Luego lo miré a los ojos y él me sostuvo la mirada, lo que en un primer momento me perturbó.

Lo seguí con la mirada hasta que llegó a un teléfono público, yo seguía con el celular en la oreja “no escuchando” a mi amiga, cuando de pronto miró hacia mí y me sonrió. No pude evitar el responderle de igual manera y sin querer queriendo le contesté con la mejor de mis sonrisas. Por fin, pude terminar la llamada con mi amiga (a la que le presté la mitad de mi atención). Vi la hora y un mensaje de Umbriel diciendo que en diez minutos llegaría, guardé el celular, alcé la mirada y tenía al muchacho a mi lado. “¿Creo que nos dejaron plantados no? me dijo. “Espero que no” contesté. Al poco rato ya sabía que él también entraría a la feria del Libro, que era la segunda vez que lo hacía, que quería una agenda, que la otra vez lo hizo con una amiga que quería un libro, que le encantaba leer y que esta vez estaba esperando “solo” a un amigo. Al rato me estaba dando la mano diciéndome su nombre: “Hadi” (lo sabía, era de ascendencia árabe), le di la mano y le dije mi nombre. En eso sonó su celular, era su amigo que ya lo estaba esperando en la puerta de la feria. Nos despedimos apretándonos nuevamente las manos. Dos minutos después Umbriel llegaba apurado. No sabía si contarle lo que me había pasado o no. Preferí no hacerlo, después de todo ese día también cumplíamos un mes más juntos.

Entramos a la feria, estábamos viendo unos libros, cuando de pronto se apareció Hadi y su amigo (que estaba bien feo). Vi que había encontrado la agenda que quería comprar.

Al rato Umbriel me comenta “¿viste eso? toda una loquita”

“No me parece, pero está bien bonito” le contesté y sonreí. Vi mi reflejo en una vitrina y me dije para mi mismo: “loquita o no, aún llamo la atención” y me olvidé del hecho, esa noche tenía que celebrar con Umbriel 67 meses de felicidad y así lo hicimos.

Definitivamente Umbriel se enterará de los previos sólo si lee este post.

(Escrito por Oberón)

4 comentarios:

Tigreton dijo...

anda, de ligon! que padre, esos momentos, esos pequeños gesto y sonrisas :D me gutto bastante!
un saludo

Anónimo dijo...

Ajá! Con razón te encontré tan sonriente cuando llegué a la esquina pactada.. es más, te estabas riendo! Y recuerdo que haste te pregunté por qué. Bueno, esas cosas son un buen masaje al ego, no? Un acercamiento inocente de algún chiquillo guapo nunca está de más.. ;)
Umbriel

Umbriel y Oberón dijo...

Eso mismo, un buen masaje al ego... los otros masajes me los reservo solo para ti, mi querido Umbriel :)

Gracias Panchito, tu siempre atento a mis post!

Ginno dijo...

:O!

Yo también quiero que me planten!!!!!!