martes, 8 de septiembre de 2009

UNA LOCA AVENTURA (DE LUNA DE MIEL)

Como conté en el post anterior, huyendo de los huracanes que azotaron Miami, me subí a un bus con destino a Orlando, Radel me dejó en el paradero inicial y me despedí de él por un par de días, sin embargo a pesar de estar tranquilo, también tenía temor, esta vez si viajaba a una ciudad solo con mi soledad. Me senté al lado de la ventana, de allí vi como Radel desaparecía al caminar del bus y apoyé mi cabeza en la ventana, de pronto después de haber escuchado toda la mañana conversaciones en inglés y en portugués a mi alrededor, se me hizo la luz, un par de chicas bonitas se comunicaron en un español distinto al mío pero igual ¡español!, ¡qué maravilla poder hablar en un mismo idioma con ellas!, una argentina y la otra colombiana. La siguiente mitad del viaje fue distinto, los tres sentados juntos hablando y riéndonos tanto que ¡eran los otros pasajeros los que tenían que escucharnos a nosotros!. La argentina no haría ningún tour, vivía en Orlando, pero la colombiana que se llamaba Blanca tenía exactamente el mismo tour y hasta el mismo hospedaje que yo.

Una vez más me di cuenta de lo maravilloso que es Dios, que a pesar de todo siempre está enviándonos ángeles para no sentirnos perdidos, Blanca fue el mío y de hecho yo fui el de ella, fue tan bella la experiencia de disfrutar juntos esos dos días de montañas rusas y juegos mecánicos tan alucinantes que estoy seguro que con ella ya viví eso de la “luna de miel” muy heterosexual de los recién casados, porque eso parecíamos! tanto que mucha gente al vernos tomarnos las fotos se ofrecía muy solícita a tomarnos juntos “para que tengan fotos de los dos juntitos en su álbum”, era realmente divertido pensar que se trataba de eso, sabía que nunca lo viviría en realidad así que disfruté lo que viví. Fueron dos días llenos de diversión al cien por ciento; y como todo tenía un final, la despedida fue triste. Nunca más volví a saber de ella; pero aún quedan en mi álbum de fotos esas donde salimos los dos abrazados.

Al bajar de mi bus, Radel aún no había llegado a recogerme, así que me quedé esperando en el lobby del hotel-paradero, sin embargo los minutos de espera se convirtieron en más de una hora, así que me empecé a preocupar, me acerqué a los teléfonos públicos, pero por mala suerte no contaba con monedas, de pronto un botones que pasaba por allí y que me había visto revisándome todos los bolsillos, sacó unos centavos y me los dio muy amablemente. Hice la llamada (Radel estaba en una reunión y todavía demoraría un tiempo más en llegar) así que no me quedó más que ir a los sillones del hotel y descansar allí, era casi medianoche. Pero antes de hacerlo fui donde mi buen samaritano para agradecerle el favor, de pronto cuando le di la mano, él la apretó de tal forma que una electricidad me inundó. Alcé la mirada y el botones, que era un cubano muy guapo, mirándome fijamente me dijo “si quieres descansas en mi habitación”, después de haber tragado toda la saliva que tenía y antes de contestar nada, Radel hizo su entrada triunfal, con una sonrisa de oreja a oreja y diciéndome con cariño “¿papa [así sin acento] nos vamos?”. Lo último que escuché del botones después de haberle agradecido nuevamente fue “qué suerte la que tiene tu amigo”. Yo me pregunto ahora, ¿y yo también habré tenido suerte?

(Escrito por Oberón)

2 comentarios:

C.W. y C.B. dijo...

Guauuu que mandado el botones ese!!!...ja ja ja Creo que a las finales si tuviste suerte pues te fuiste con Radel no???
Besos
C.W.

Tigreton dijo...

AHHH que bonito! tener asi compañer@s en los viajes improvisados para disfrutar tales momentos :D
que tal orlando?