jueves, 1 de mayo de 2008

EL AMOR LO ES TODO

El amor lo es todo, el amor esta alrededor tuyo
El amor está allí, en tu sonrisa, en tus cabellos,
el amor fluye en todas partes
El amor lo es todo, el amor siempre será la ley
Y hay un amor más grande que nos irradia a todos, a todos
Love is all – Per Gessle
Y así debía ser, todos unidos por un amor supremo que acabe con tantas bajezas humanas. Pero a veces lo malinterpretamos y se fomentan creencias, se construyen prejuicios que anidan en el fondo de nuestros corazones y en algún punto pueden salir a flote causándonos mucha angustia.
Conocí a Víctor mediante un amigo en común. Ambos coincidimos en visitarlo un día y pues, así empezó todo. Tenía una apariencia bastante varonil, simpático aunque por momentos algún ademán delatador.
La pasamos muy bien esa tarde y al caer la noche nos despedimos del dueño de casa y salimos. El vivía a unas cuadras y yo bastante más lejos. Pero me acompañó “cierta distancia” a tomar el bus, luego unas cuantas cuadras más para seguir conversando y otras tantas hasta que al final llegamos a mi casa.. ¡caminando!
Hablamos de muchísimas cosas. Él era adventista al igual que toda su familia y participaba activamente en las actividades de su iglesia pues era cantante y difundía la música cristiana en todas las sedes de su iglesia. Al principio pensé que era como estar en el coro de una iglesia católica pero luego me di cuenta que era algo más grande. Cantar era su vida, había grabado un par de discos en forma profesional y su participación dentro de la iglesia adventista había traspasado las fronteras peruanas. Constantemente tenía presentaciones en diferentes templos en toda la ciudad y también había temporadas que viajaba a otras ciudades.
Cabe decir que fue mi primera pareja en el sentido más formal. Sí, aquella persona a la que le preguntas si quiere estar contigo, ser tu enamorado y con la que compartes detalles lindos. Yo ya tenía cierta experiencia pero sólo en relaciones fugaces, de un encuentro, en donde la satisfacción de algún ímpetu era lo esencial. Así que con Víctor mis intenciones eran otras. Quería conocer a la persona, su alma, su esencia, lo físico vendría después. Me cubrí, entonces, con un barniz de castidad y se lo dije directamente. Vamos a conocernos en otros niveles, lo sexual vendrá después, le expliqué. Para mí era relativamente fácil pues, como repito, había tenido mis aventurillas. Él no. Así que mi castidad en barniz se vio disuelta por la bencina de su arrechura virginal contenida por años en el lapso de una semana.
Todo iba de maravilla. Nos veíamos todos los días, a pesar de mis exámenes de la universidad me escabullía un ratito para estar con él. En eso estábamos cuando me anunció un gran evento en su iglesia. Venía un pastor que andaba de gira, mismo Miguel Bosé, a dar sus sermones o prédicas en diversas sedes de la ciudad y él era parte importante de todo eso pues sus cantos de alabanza convertían a cualquiera y hacían querer alejarse del mal hasta al más infame pecador.
Me invitó a escucharlo cantar una noche. Ya había tenido mis sesiones privadas en mi habitación y en la suya donde me había impresionado con su voz, pero esta vez era en público. Yo había visto templos adventistas grandes y muy bonitos pero al que fui era chiquito y rústico en un barrio lúgubre. Pero como el amor no repara en riesgos, allí estuve. Su presentación era siempre el broche de oro, la culminación excelsa del sermón así que llegué casi al final.
Debo confesar que el trato que recibí apenas asomé mi delicada nariz me hizo sentir bastante extraño. Como que era Nicole Kidman llegando a un avant premiere con todas las miradas puestas en mí y mil saludos y atenciones. Pero a la vez como un aterrado explorador capturado por una tribu de caníbales. Osea con una avidez excesiva, un interés demasiado exagerado que, para ser sincero, me asustó. Hasta conseguí asiento aún con lo abarrotado del lugar y de que muchas personas estaban de pie. El predicador, lleno de euforia, con voz rebosante de fe, daba un sermón acerca del perdón. Como católico, pues iba receloso, pero al escuchar los sabios consejos que sólo expresaban amor al prójimo y buscar la redención haciendo el bien, pues traté de extraer lo positivo de la experiencia.
Allí estaba él, Víctor, muy cerca del predicador, con una sonrisa escuchando atentamente y dándome de vez en cuando una mirada furtiva. Me sentía un poco fuera de lugar pues mientras todos los presentes tenían sus biblias y cancioneros en la mano, yo sostenía mi Harrison, el libro de medicina interna, el cual consideraba mi “biblia”, pues era parte fundamental en mi formación profesional.
“Dios perdona a todos, queridos hermanos” exclamó el pastor sacándome de mis reflexiones, “Dios perdona a los asesinos, ladrones y homosexuales”, por un segundo traté darle importancia, pero miré a Víctor y no noté ningún cambio en su expresión, es más, participó con entusiasmo en el aplauso respectivo. No era que estaba esperando encontrar una iglesia gay-friendly o que digan bienvenidos todos los gays pero el hecho de que me metieran en el mismo costal que a asesinos y ladrones realmente me descuadró totalmente.
Terminó la prédica y el canto de Víctor, tan sublime, apaciguó temporalmente la sensación de frustración que sentía y, por qué negarlo, la de ofensa. Sólo conversamos un poco al salir pues ya era tarde y mucha gente lo esperaba.
Cuando nos volvimos a ver me preguntó qué me había parecido la experiencia en su iglesia y le dije que me había gustado hasta el punto en donde sentí que me ponían en un grado criminal que me parecía exagerado. “Es que estamos en pecado”, me dijo, “todo esto no está bien y algún día ha de cambiar” ¿Cómo era posible que algo que a mí me elevaba hasta los cielos y me hacía sentir tan puro, limpio, como nunca me había sentido, a él le hacía sentir que vivía en pecado y a punto de irse al infierno?
Sentí muchas cosas esa noche; frustración, cólera, tristeza, decepción pero sobretodo, sentí miedo, miedo a entregar mi corazón a alguien que luego podía decidir regresar al “camino correcto” y dejarme en el camino de la perdición y con el corazón roto, además.
Opté por lo más fácil, por protegerme inmediatamente, por no involucrarme más y allí mismo, en plena calle, oscura y solitaria le dije que lo mejor sería tomar rumbos distintos.
No podía luchar contra sus principios, sus creencias de toda la vida, con su fe; yo sólo podía ofrecerle mi amor y me estaba dando cuenta que eso era precisamente lo único pecaminoso en su vida: el amor de un hombre.
No me detuvo, pero las lágrimas en sus ojos me hicieron ver que eso no era fácil para él tampoco. Quiso que seamos amigos, que no me alejara de él, pero ¿cómo logras eso? Yo no podía. Necesitaba olvidar y dejar atrás ese sueño que había estado creciendo en mi.
Tal vez fui cobarde, algunos amigos dicen que cuando uno ama no hay obstáculos. Precisamente creo que fue eso, no lo amaba como se debe. Era un sentimiento bonito, una ilusión, un cariño, pero no verdadero amor.
Sabía que algún día él se daría cuenta que luchar contra lo que uno es, es renegar de lo que Dios nos ha regalado, y que lo que ese “pastor” decía era producto de la intolerancia, la discriminación y el egoísmo.
Dios nos ha puesto aquí a todos y cuando realmente nos respetemos y las dizque autoridades de las iglesias, cultos o creencias también lo hagan, pues las cosas irán mejor. ¡El amor lo es todo!
(Escrito por Umbriel)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Mmmm varias cosas, creo que el amor existe tanto como el odio, ambas son reales y hay que aprender a vivir con las dos caras de la moneda.

Las iglesias, todas, son lo mas retrógrado que existen, y no es que yo me considere super liberal, no lo soy, pero lo de las iglesias es aterrador, hablan de perdón, de amor, de entrega pero solamente a aquellos que ellos te indiquen.... la verdad se pueden ir al carajo con sus mensajes hipócritas, en fin.

Creo que hiciste bien, el amor ajeno no cambia a las personas, las personas cambian por que quieren cambiar; así que hiciste bien en alejarte, lo otro era una condena a la infelicidad.

Nos leemos.

Anónimo dijo...

Que pena haya terminado tal como terminó. Aveces vivir en un contexto de aplicación de "mandatos" de una iglesia puede ser muy bonito e iluminador, incluso muy productivo. Lo malo viene cuando te das esos "encontrones" con mensajes condenatorios a lo gay. Pero bueno, creo que una vida gay con prácticas católicas o religioso puede resultar muy ventajosa incluso hasta atractivo.. claro tendria que ser siempre todo solapa jejeeje.. Asi que creo que las iglesias seran lo que son, o quiza evolucionen a paso más lento, pero tampoco habria que pedirles lo que no pueden dar.. Saludos

Neko-chan dijo...

muy buen blog.