viernes, 13 de junio de 2008

EL DIA QUE MORI

Hubo un día en que me morí y si no; por lo menos me quitó diez años de una vida que hasta ese momento había sido tranquila, recuerdo cada segundo que viví desde que llegué a casa aquella noche en que mi vida se vio descubierta de la manera más irracional, más equívoca, más cruel; pero que a la vez me abrió las puertas a otra vida; una sin tantas mentiras.
Como son las cosas, acababa de terminar la gran tontería de mi relación con Valeria; mientras manejaba por las calles de la ciudad camino a casa me sentía muy bien conmigo mismo; libre de la gran parodia de hacerme el chico “normal” y por el contrario después de haber tenido el coraje de retroceder y terminar una relación que nunca debió exitir la sensación de libertad que sentía era enorme; estaba feliz, no podía negarlo. Estacioné mi carro en la puerta de la casa y de pronto vi salir a Piero (el novio de mi hermana) a recibirme, lo que verdaderamente me causó extrañeza.
Realmente no me dejó salir del carro; por el contrario él entró y se sentó a mi lado y con la mirada más serena del mundo me dijo: “tu hermana ya sabe que eres gay”; un temblor me inundó de repente, sentía que se abría la tierra a mis pies y que estaba a punto de caer en el fondo del abismo, “lo peor no es eso; está histérica y dice que si no se lo cuentas tú a tu mamá, ella lo hará”. Realmente después de oir eso; no sabía que hacer; era más de medianoche; mis papás estaban en la casa de playa, tenía tiempo para pensar; pero realmente no sabía ¡qué pensar!.
Entonces Piero me propuso ir a algún lugar para conversar; mi hermana estaba en casa y no quería verme; la verdad no se ¡cómo manejé!, pero llegamos a un pequeño pub cercano a mi casa, entramos y nos sentamos en una de las mesas más alejadas de la bulla, Piero pidió un par de cervezas, me tomó del hombro y me dijo “¿sabes?... a mí no me importa lo que eres; yo quiero que sepas que te veo como a mi hermano mayor y te respeto, algún día serás el tío de mis hijos así que lo que hoy me he enterado no altera en nada lo que pienso y siento por ti”… si no lloré en ese instante fue porque aún no llegaba a asimilar lo que me estaba pasando; era tan difícil de creer que no fuera mi hermana la que me estuviera diciendo eso; y por el contrario estaba siendo apoyado por otro hombre; alguien a quien como él me dijo yo también lo respetaba pero en aquel instante comprendía que no solo era eso; sino que también lo estaba viendo tal cual era; y de hecho mi cariño hacía él se estaba haciendo infinito e incondicional. Esa noche Piero me contó de sus muchos amigos gay que yo no sabía que tenía; me habló de la admiración que guardaba por una pareja gay que conoció en Arequipa y que como el amor que ellos se profesaban era lo más sincero que había visto en su vida. Me hablaba con tanto cariño y comprensión que no pude evitar contarle de mi vida, de mis amores frustrados, de mis miedos y también del alivio que estaba sintiendo de ser yo mismo en ese instante; las lágrimas ya no se escondían para ese entonces. Eran las tres de la mañana cuando salimos del lugar camino a mi casa. Cuando llegamos mi hermana estaba dormida; pedí a Piero que se quedara con nosotros a dormir en casa; necesitaba de su apoyo para enfrentar a mi hermana al despertar.
Cuando ya estuve acostado en mi cama lloré, había sido descubierto de la manera más indiscreta del mundo; ella, mi propia hermana había jaqueado mi correo y revisado cada carta que escribí durante toda mi etapa de Héctor y después las del que creí mi mejor amigo; mi famosa “alma gemela”, alguien a quien no solo le había abierto las puertas de mi corazón, de mi vida sino también de mi hogar a su llegada de México; ese amigo que no pudo “evitar” no comunicarse con mi hermana de quien se hizo amigo mientras estuvo en Lima; justamente fue él que a través de sus cartas me vendió poco a poco hasta que ella, matada por la curiosidad no pudo hacer otra cosa que investigarme; como si yo fuera un maleante; en ese momento seguramente yo dejé de ser su hermano.
Obviamente no dormí casi nada; me moría de miedo enfrentarme a quien desde ya me había fallado; cuando hubo claridad tanto del día como de mis ideas; salí de mi habitación y fui en busca de Piero, necesitaba encarar la verdad de un solo golpe. Entré a su habitación, sentía cada latido de mi corazón, la sensación de un sudor frío me invadía y la miré directamente a los ojos; ella también lo hizo con la mirada más fría del mundo y solo dijo “o se lo dices tu a mamá o se lo digo yo” (tal cual me lo había dicho Piero horas antes). ¡Qué solo me sentí en ese instante!
Cuando llegamos a la casa de playa; encontramos a mis papás felices disfrutando de la tranquilidad del lugar; miré a mi mamá y no pude evitar que se me empañaran los ojos; entonces le dije a Piero “no puedo” y él entendió perfectamente a lo que me refería. Habló con mi hermana y juntos sacaron a mi mamá de la casa llevándola al malecón. Yo me quedé mirándolos como poco a poco iban desapareciendo en el horizonte, en realidad sentía que me estaba muriendo; que en esos minutos interminables parte de mi vida se estaba esfumando.
Cuando tuve a mi mamá enfrente a solas en su habitación lo único que hice fue abrazarla con todas mis fuerzas y llorar como creo jamás lloré en mi vida; sabía que no solo era yo el que se estaba muriendo sino que también ella lo estaba haciendo. Cuando las lágrimas cesaron y al fin pudimos hablar, ella lo hizo primero “te amo mucho hijito, NADA cambiará eso”…
Lo único que pude decir a mi hermana cuando nuevamente la tuve al frente fue: “ya debes estar complacida; tu voluntad se ha cumplido; ahora respeta la mía, yo le diré a mi papá cuando YO quiera hacerlo, ¿entendiste?”. Mi mamá estuvo de acuerdo.
Pasó mucho tiempo para que yo pudiera perdonar a mi hermana, después de todo es la única que tengo, supongo que en el fondo la defraudé de algún modo; pero ella lo hizo más y lo supo. Al paso del tiempo el destino encargó de cobrarle cada lágrima que nos hizo derramar a mi mamá y a mí ese día cumpliéndose el dicho “del que la hace la paga”. Hoy no puedo sentir rencor alguno por ella, no podría ya; la deuda se saldó.
Me apena contar también que Piero nunca llegó a casarse con ella; quizá no se merecía ser la esposa de un ser tan noble después de todo; el hecho es que en mis recuerdos guardo el mejor de los afectos por Piero y de verdad ruego que sea feliz.
No sé ¡cómo! pude perdonar a Néstor; incluso lo volví a recibir en mi casa algunos meses después; pero así mismo me di cuenta que el cariño que creía sentir por él ya había disminuido; en el fondo le guardaba rencor por haber sido indiscreto a pesar de mis advertencias; ese año dejamos de hablarnos; sufrí su ausencia; era mi confidente; pero también fue mi peor verdugo. Un año después volvimos a comunicarnos; a vernos también; hasta que desapareció totalmente de mi vida y de este mundo. Me cuenta su pareja que sufrió para morir; quizá así tenía que ser. Hace unos días arreglando mis cosas encontré sus cartas, sus recuerdos y sus fotos, que por fin las puse donde debieron estar desde hace mucho tiempo, en mi basurero.
Al final, y solo a manera de consejo me queda decirles que tarde o temprano todo se descubre; si está en tus manos liberarte de la carga de tu sexualidad, bien por ti; lo que sí te digo es que nunca permitas que sea otra persona la que te descubra, sobretodo ante tus seres queridos. Hoy gracias a Dios, mi mamá bendice mi vida y mi relación con mi pareja.
(Escrito por Oberón)

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Extremadamente dura tu historia, no se si fuera mi caso pudiese perdonar la intromisión por parte de mi hermana, creo que nadie tiene ese derecho.

Igual lamento lo de Nestor, no me puedo alegrar por la muerte de otro y menos en medio del dolor... creo que con el tiempo te darás cuenta que no vale la pena.

Finalmente que bueno que tus cosas estén en equilibrio, así da gusto.

Nos leemos.

Anónimo dijo...

No pude evitar que se empañaran mis ojos por la inquina de tu hermana. No sé si te pasó a ti, pero yo tenía a mis hermanos en un altar y nunca hubiera esperado una traición de parte de ellos, mas creo que olvidé que son también humanos y cometen errores, aunque creo que estos son los más dolorosos y difíciles de perdonar.

Umbriel y Oberón dijo...

En su momento tuve sentimientos muy encontrados con respecto a mi hermana; la odie por mucho tiempo; pero al mismo tiempo senti que ese odio también me estaba carcomiendo a mí y a los que realmente me querían; así que opté por olvidar... el perdón llegó después. Peregrino y José, gracias porque de alguna manera han compartido conmigo ese momento de mi vida... que aunque triste me tocó vivirla y aprender de ella. Un abrazo a los dos.
Oberón

Anónimo dijo...

Válida historia! Me dejó una sensación de trago amargo y luego alivio por haberte quitado ese peso de encima, apesar del rencor!

Lo que sí me preocupó eso de que todo se sabe, sabemos que es una gran verdad pero aveces no la queremos asumir. Tampoco es fácil.

Ahora lo del trago amargo es y será en medio de la aceptación o no.

Saludos

Mau dijo...

Uy no! yo la mato...pero xq Piero, tan lindo, no le dijo atu hermana que se calme! en fin, con mi mamá fue algo parecido porque con ella también me vi un toq forzado a decirle; a mi papi en cambio, no. Siempre es difícil, es horrible. He escrito sobre cómo le dije a mi mamá en el marco de una relación frustrada, pero lo hice en modo de carta y una amiga me recomendó que no la postee xq era demasiado persona, y a eso debo sumarle, según mi opinión, que es muy fuerte.
Pero bueno, ya puedo estoy muy tranquilo. Y una vez más: yo la mato!

(me estpa gustando harto tu blog)

P.D.: http://busconoviogay.blogspot.com/2008/06/antes-d-siquiera-pensar-en-decirles-mis.html