Estar en Miami y no ir a la playa era imperdible, Radel lo sabía y habiendo amanecido ya con un hermoso sol (¡por fin!) propio de la Florida, me comentó la idea de ir a broncearnos junto con sus amigos a la “playa que ellos siempre iban”. El camino fue largo hasta que por fin llegamos a Fort Lauderdale, dejamos el carro en un estacionamiento, bajamos unas escaleras y cruzamos la Collins Av. por un túnel y al subir ya estábamos pisando arena, cruzamos unos matorrales y de pronto… estaba en una playa nudista!!!. Primero me quedé petrificado hasta acostumbrarme a la vista, Radel se rió a carcajadas de mi expresión de asombro, un “no es obligatorio estar desnudo” me regresó al paraíso, digo… a la realidad. Lo que siguió después fue la sensación de libertad más deliciosa que pude tener, nadar desnudo en el azul Atlántico sintiendo sus aguas tibias en todo mi cuerpo ¡fue increíble! y después secarme al sol tirado en la arena, aún más!, eso sin contar los deliciosos cuerpos “naked” que pululaban a nuestro alrededor, wow!
En fin, este fue un viaje de muchas experiencias y todas ellas distintas y muy importantes para mi vida, aprendí mucho de Radel y de su vida tan gay y tan natural a la vez. Con Blanca valoré mucho el valor de la amistad y del compañerismo y de la necesidad que todos tenemos de alguien a nuestro lado para disfrutar cada instante de nuestras vidas.
Y finalmente, viví como cualquier gay que vive allá, caminé por esas calles que son sus calles, entré en sus tiendas, bailé en sus discotecas, me escabullí entre sus matorrales y sin querer hasta me bañé desnudo en sus playas, ¿que más podía pedir?
(Escrito por Oberón)
3 comentarios:
ese trasero de quién es? jajaja!
debe ser de algún advenedizo que nunca supo como llegó hasta allí :)
ahh yo el miercoles me voy a una playa nudista! serà mi primera vez ..ahh que emocion jejeje
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