Manejando camino a casa, en uno de los tantos rojos del semáforo, me puse a observar a mi alrededor (cosa que los conductores no hacemos mucho). En el patio de una casa estaba un niño, no tendría más de diez años, tenía una pelota de vóley y estaba practicando sacadas, voleadas y mates y ¡lo hacía muy bien!; entonces pensé “uno más del gremio” y me reí.
Pero ¿por qué pensé eso?, he allí lo malo de estereotipar a los seres humanos, y eso lo aprendemos desde que tenemos actividad cerebral. Desde pequeños nos meten muchas ideas: “los hombrecitos juegan futbol; las mujeres vóley”, “celeste para el hombre; rosado para la mujer”; “los hombres no entran a la cocina”; “los hombres no lloran” y muchas cosas más!. Y sin embargo, ahora podemos ver que existen hasta campeonatos de futbol femenino, que la moda masculina a impuesto las camisas y polos rosados (y en todas sus gamas); que en mi país se han abierto una cantidad de centros de enseñanza culinaria y la gran mayoría de alumnos son hombres y por último ¡los hombres SI lloramos!.
El semáforo cambió a verde, y dejé a ese niño seguir practicando seguramente su deporte favorito y no necesariamente él sería uno más de nosotros, me hubiera gustado regresar a su edad y jugar con él, yo era bueno, jugué vóley durante toda mi etapa universitaria, sin embargo, terminada mi carrera, nunca más volví a practicarlo ¡qué mal!, no creo que sea tarde para volver a empezar, sólo es cuestión de animarme, busque un equipo y me ponga mi mejor camiseta… ¡rosada!
(Escrito por Oberón)
2 comentarios:
ES curioso como uno se da cuenta q a la larga es tan prejuicioso como la mayoría ... en fin es muy probable que el niño en cuestión sea de la pre.
jajajaja, me has hecho reir!, pues sí, ojo de loca no se equivoca!!!
Oberón
Publicar un comentario